La excelencia llega en las formas más inesperadas. Vean el ejemplo de Radeberger Pilsner. En un frío día de enero de 1872, Gustav Philipp, Max Rumpelt, Florenz Julius Schone, Carl Hermann Rasche y Heinrich Minckwitz fueron en busca de una cerveza a la taberna local y terminaron ideando un plan para producir una cerveza Pilsen alemana completamente única y distinta de todo lo conocido hasta el momento. El hecho de que no tuvieran experiencia alguna en la producción de cerveza (y que vinieran del área de los negocios, la política y la industria) no los disuadió de cumplir con su misión. Estaban convencidos de que aunando su inventiva (y dinero) podrían crear la mejor cerveza Pilsen de Alemania.
Conozcan a Conrad Brüne. Fue el encargado de darle una especie de forma a la pasión de los fundadores originales. Como maestro cervecero desde 1886 hasta 1923, Brüne organizó sin ayuda alguna la "revolución de la cerveza Pilsen". Su búsqueda incansable de perfección, alimentada por los descubrimientos pioneros en la tecnología de la producción de cerveza, cementó la incipiente reputación de la empresa como el proveedor de la mejor cerveza Pilsen de Alemania.
Cuenta la leyenda que con frecuencia los pasajeros a bordo del tren que lo llevaba a su casa debían esperar a Brüne, mientras él seguía absorto sobre su caldera cervecera, poseído por la creencia de que el gran sabor se ocultaba en cuidadoso proceso de la nueva invención. Por suerte, pudieron perdonarlo rápidamente, tras probar los seductores frutos de su trabajo. Para Brüne, perfeccionar su trabajo lo era todo y, a pesar del reconocimiento internacional que pronto llegó, pasaba la mayor del tiempo perdido en su propio mundo, refinando y afinando el inimitable sabor que le hizo cosechar su fama inigualable. En un tiempo en que el buen sabor valía su peso en oro, Conrad Brüne adquirió el estatus de una estrella de rock entre la gente de Sajonia y más allá.
En la actualidad, cuando Alemania realiza eventos para agasajar a mandatarios en Berlín, la Radeberger Pilsner es la cerveza que la cancillería alemana eleva para brindar por la ocasión. Esta ha sido nuestra tradición por más de un siglo y saber que el excepcional sabor de la Radeberger Pilsner es compartido por reyes y príncipes no deja de ser una agradable reafirmación. El príncipe Otto von Bismarck estaba tan enamorado de su seductor sabor que, en 1888, la nombró oficialmente la "Cerveza del Canciller". Para no dejar a nadie afuera, el rey Federico Augusto de Sajonia lo siguió, nombrándola oficialmente la bebida preferida para su corte. Luego siguieron una serie de premios y reconocimientos en festivales de todo el mundo, distinguiendo a la Radeberger Pilsner como la elección de los conocedores hasta nuestros días.Ni siquiera el afamado escritor alemán Bertolt Brecht pudo resistirse a nuestro encanto y solicitó que nuestra cervecería que le proveyera de dos cajones de Radeberger Pilsner por mes. Al cumplir con su pedido hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance para inspirar a un talento de tal magnitud. ¿Cómo negarnos?